Tampoco deben confundirse los supuestos fines teleológicos
del hombre en la historia con los fines de la historia es decir, la
justificación de la propia historia como memoria de la humanidad. Si la
historia es una ciencia social y humana, no puede abstraerse del porqué se
encarga de estudiar los procesos sociales: explicar los hechos y eventos del
pasado, sea por el conocimiento mismo, sea por que nos ayudan a comprender el
presente: Cicerón bautizó a la historia como maestra de la vida,21 y como él
Cervantes, que también la llamó madre de la verdad.22 Benedetto Croce remarcó
la fuerte implicación del pasado en el presente con su toda historia es
historia contemporáea. La historia, al estudiar los hechos y procesos del
pasado humano, es un útil para la comprensión del presente y plantear
posibilidades para el futuro.23 Salustio llegó a decir que entre las distintas
ocupaciones que se ejercitan con el ingenio, el recuerdo de los hechos del
pasado ocupa un lugar destacado por su gran utilidad.24 Un tópico muy difundido
(atribuido a Jorge Santayana) advierte que los pueblos que no conocen su
historia están condenados a repetirla,25 aunque otro tópico (atribuido a Carlos
Marx) indique a su vez que cuando se repite lo hace una vez como tragedia y la
segunda como farsa.
La radical importancia de ello se basa en que la historia,
como la medicina, es una de las ciencias en que el sujeto investigador coincide
con el objeto a estudiar. De ahí la gran responsabilidad del historiador: la
historia tiene una proyección al futuro por su potencia transformadora como
herramienta de cambio social; y a los profesionales que la manejan, los
historiadores, les es aplicable lo que Marx dijo de los filósofos (hasta ahora
se han encargado de interpretar el mundo y de lo que se trata es de transformarlo).27
No obstante, desde otra perspectiva se pretende una investigación desinteresada
para la objetividad en la ciencia histórica.28 Aunque llegar a conocer los
hechos tal como fueron, como pretendía Leopold Ranke, es imposible, sí es un
imperativo de la investigación histórica acercarse al máximo a ese objetivo, y
además hacerlo con una perspectiva tal que sitúe los hechos en su contexto, de
modo que al conocimiento factual se añada el entendimiento de lo que realmente
pasó; y aunque sea inevitable que sesgos de todo tipo alteren la forma en que
tal entendimiento se produce, al menos ser conscientes de cuáles pueden ser y
en qué grado actúan.29
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